
Un grupo de científicos de la Provincia de Río Negro estudia el impacto negativo que tienen los monocultivos para la biodiversidad y las ventajas que se pueden obtener al dedicar espacios de las chacras a la biodiversidad y pequeños terrenos al borde de las rutas y de los campos para la siembra de flores.
Lucas Garibaldi es doctor en Ciencias Agropecuarias por la Universidad de Buenos Aires y director del Instituto de Investigaciones en Recursos Naturales, Agroecología y Desarrollo Rural (IRNAD) que depende de la Universidad Nacional de Río Negro y del CONICET.
Además de haber publicado artículos en revistas como Science y Nature, el trabajo del IRNAD y de Garibaldi ha sido reconocido por el Senado de la República Argentina y ha recibido el Premio al Estímulo de la Fundación Bunge y Born.
Garibaldi indica que el principal objetivo de los investigadores del IRNAD es demostrar con base científica que el paso hacia una agricultura más sostenible y ecológica comienza con promover la biodiversidad, y que esto mejorará nuestra alimentación y calidad de vida.
Ciencia al servicio de los productores
Garibaldi señaló que los investigadores científicos implicados en las investigaciones se han reunido con apicultores y agricultores de la región para plantearles los resultados y llevar la ciencia a lo práctico, más allá de la academia y los laboratorios.
En esas reuniones tanto los científicos como los apicultores y agricultores han aprendido de unos de otros, ya que mientras Garibaldi y su equipo tienen conocimientos científicos, los apicultores tienen años de experiencia y práctica que los no poseen los investigadores del IRNAD.
Más espacio para la biodiversidad
El director del IRNAD insiste en que si se dedica al menos una quinta parte del espacio de una chacra a la vida silvestre, el rendimiento de esta crecerá a mediano y largo plazo, a diferencia de lo que ocurre con los monocultivos como la soja o el maíz, que dan un buen rendimiento a corto plazo, pero contaminan la tierra, el aire y el agua con agroquímicos y la hacen más dependiente de ellos.
Aunque los gobiernos y las organizaciones internacionales como la UNESCO han establecido reservas naturales y áreas protegidas, esta medida no es suficiente si los campesinos no dedican parte de su parcela a la biodiversidad que puede fortalecer a los cultivos contra todo tipo de plagas.
Flores en bordes de vía y de campo para las abejas
Otra sugerencia de los investigadores del IRNAD a los productores rurales es llenar de flores los bordes de vía y de los campos, que pueden actuar como grandes autopistas para que las abejas puedan moverse más libremente y que sus colmenas se fortalezcan y crezcan.
Esto beneficia a las abejas, a los apicultores y a los agricultores, que necesitan de los agentes polinizadores para que sus cultivos sean más productivos y reviertan la tendencia actual de los monocultivos, que al ser tan dependientes de los pesticidas, reduce dramáticamente la población de abejas a nivel nacional y mundial.
Fuente: Diario La Opinión