
Hemos escuchado decir muchas cosas sobre las abejas: Que ningún otro insecto realiza una actividad de polinización tan importante, que están muriendo misteriosamente y que deberían declararse patrimonio natural. Pero ahora, si quedaba alguna duda de su importancia, se han convertido en aliadas para prevenir la deforestación del principal pulmón vegetal del mundo.
Pero ¿Cómo? A través de la Meliponicultura, que no es otra cosa que la cría y cuidado de las variantes de abejas que no posee aguijón. Aunque no lo parezca, difiere de las prácticas tradicionales de apicultura y es allí donde reside todo su potencial.
Cuando pensamos en abejas, no siempre alcanzamos a reconocer la enorme diversidad de especies que representan. Después de todo, casi toda la miel que consumimos viene de las abejas occidentales (Apis mellifera), un híbrido de las especies europeas y africanas. Pero existen otras 20.000 especies de abejas en el mundo.
Solamente en la selva amazónica encontramos más de 300 y la gran mayoría de ellas no tiene aguijón. En Latinoamérica podemos encontrar la más grande diversidad de abejas de este tipo en todo el mundo.
La importancia de las abejas sin aguijón

La importancia de las abejas sin aguijón cada día es más reconocida, dado que los cultivos agrícolas de mayor valor dependen de la polinización realizada por estos insectos y la meliponicultura ayuda a su conservación. Esto se debe a que los “meliponicultores,” usualmente ayudan a preservar los ecosistemas locales y a restaurar las áreas usadas en su actividad, dado que las abejas sin aguijón dependen de un hábitat sano para reproducirse.
Esta apreciación sigue en ascenso, ya que esta práctica es más sostenible que la apicultura debido a que las abejas nativas están más que adaptadas al clima tropical y a la vegetación local. Muchos lugares que han mantenido durante generaciones la meliponicultura, han hecho de esta tradición una alternativa de ingresos realmente sustentable para sus comunidades.
Diversas organizaciones, incluida la ONG Conservación Internacional (que impulsa la meliponicultura a través de su proyecto “Naturamazonas”), desean combatir el flagelo de la deforestación a través de esta gran iniciativa.
Aunque es algo complicado, dado los intereses económicos y políticos que se esconden tras actividades como los cultivos ilícitos y la ganadería, se ha demostrado que es más rentable criar abejas que continuar explotando la madera de nuestras selvas.
La meliponicultura se encuentra en expansión en la selva amazónica, con propósitos que van desde investigación científica hasta la producción comunitaria de miel.
Esto último ha traído consigo muchos beneficios, puesto que los campesinos se han volcado a proteger a las abejas. La meliponicultura ayuda a conservar a las especies involucradas y, de forma indirecta, a otros animales que viven en el ecosistema como aves y mamíferos.
Las ONG esperan poder seguir fortaleciendo esta práctica por medio de capacitación y apoyo económico. Inclusive se ha creado una marca llamada “Mieles del Amazonía,” producida exclusivamente por abejas nativas sin aguijón.
La agricultura se beneficia de las abejas pero irónicamente las está matando

De acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), más del 75% de los cultivos orientados al consumo humano depende de la polinización. De hecho, ciertas especies de plantas sólo son polinizadas por abejas sin aguijón. Estás son responsable por la polinización de gran parte la vegetación nativa brindando fertilización cruzada, la cual garantiza la diversidad en las especies de plantas.
Sin embargo, las abejas sin aguijón se enfrentan a una paradoja: aunque son importantes para la actividad agrícola, se ven amenazadas por la misma agricultura. Nuestros sistemas de producción de alimentos son la principal razón por la cual están desapareciendo las abejas.
Por otro lado, la deforestación afecta su hábitat natural y los monocultivos no brindan la dieta diversa que estos insectos necesitan. Para empeorar las cosas, se encuentra el uso excesivo de pesticidas.
La ayuda es poca o nula por parte del gobierno
Para los criadores de abeja sin aguijón, el gobierno se ha quedado corto en iniciativas que pudiesen beneficiar al pequeño productor.
No existe una reglamentación o leyes nacionales que eliminen los obstáculos o fomenten y desarrollen la actividad de la meliponicultura. De acuerdo a Germán Lotero, líder del proyecto Naturamazonas: “En el Gobierno no hay nadie a quien le interese el tema de las abejas.”
Tampoco hay especialización para el campo, los campesinos arrastran consigo, desde hace varias generaciones, tradiciones erradas que atentan contra la sustentabilidad de su medio de vida.
Afortunadamente, muchos se han dado cuenta que un cambio era requerido por ellos y no por la naturaleza. Y es así como varios campesinos han pasado de arrasar el hogar de las abejas, a construir y mantener sitios seguros para ellas.
La miel ha salvado a familias durante la pandemia

En esta época de incertidumbre, causada por la pandemia de COVID-19, las abejas sin aguijón se han convertido en una válvula de escape económica para muchos trabajadores del campo. Ya que les ha brindado ingresos extra en tiempos donde no hay trabajo a causa de la cuarentena.
El proyecto de Naturamazonas ha capacitado a más de 400 personas, solamente en la región de bota caucana. Sus promotores están convencidos de que la Meliponicultura se podría convertir en un negocio prometedor en el futuro cercano.
Para ellos, lo más importante es la educación: mientras más se sepa sobre las abejas, menos errores se cometerán en su manejo y los resultados serán mejores para el medioambiente.
El proyecto Naturamazonas, ha sido escogido como finalista para el premio otorgado por Latinoamérica Verde. Esto gracias a todos sus esfuerzos para que nuestras obreras favoritas obtengan el reconocimiento que se merecen, no sólo en nuestra producción de alimentos sino también por el papel que juegan en la supervivencia de nuestra selva Amazónica.
Fuente: Noticias Caracol